El
alérgico debe hacerse las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué no asumo mi agresividad con la conciencia en
vez de obligarla a realizar un trabajo
corporal?
2. ¿Qué aspectos de la vida me infunden tanto miedo que
trato de evitarlos por todos los medios?
3. ¿A qué tema apuntan mis alergenos? Sexualidad, instinto,
agresividad, procreación, suciedad, en el
sentido del lado oscuro de la vida.
4. ¿En qué medida me sirvo de mi alergia para manipular
mi entorno?
5. ¿Qué hay de mi capacidad de amar, de mi receptividad?
Alergia: La alergia es una
reacción exagerada a una sustancia que reconocemos como nociva. Desde luego, la actuación del sistema de
defensas del organismo está justificada cuando se trata de supervivencia. El sistema inmunizador del cuerpo produce
anticuerpos para combatir los antígenos*, con lo que proporciona una defensa contra invasores hostiles, lo
cual, fisiológicamente, es irreprochable. En los alérgicos, esta defensa, en sí encomiable, se desorbita. El
alérgico construye un gran parapeto y constantemente alarga la lista de sus enemigos. Cada vez son más numerosas
las sustancias consideradas nocivas y, por lo tanto, hay que fabricar más armas para mantener a raya a
tantísimo enemigo. Ahora bien, como en el terreno militar el armamento siempre denota agresividad, así
también la alergia es expresión de una actitud defensiva y agresiva que ha sido reprimida y obligada a pasar al
cuerpo. El alérgico tiene problemas de agresividad que, en la mayoría de casos, no reconoce y, por lo tanto, no
puede asumir.
(Para evitar malas interpretaciones,
recordemos que al hablar de un aspecto psíquico reprimido nos
referimos al que no es conscientemente
reconocido por el individuo. Puede ser que la persona viva plenamente este aspecto sin reconocer en sí mismo
tal propiedad. Pero también, que la propiedad haya sido reprimida de modo tan absoluto que la persona no la
viva. Por lo tanto, la represión puede existir tanto en un sujeto agresivo como en el más manso de los mortales.)
En el alérgico, la agresividad es
trasladada de la conciencia al cuerpo y aquí se expansiona a placer con
ataques, defensas, forcejeos y
victorias. Para que la diversión no termine por falta de enemigos, se declara
la
guerra a las cosas más inofensivas: el
polen de las flores, el pelo de los gatos o de los caballos, el polvo, los
artículos de limpieza, el humo, las
fresas, los perros o los tomates. La variedad es ilimitada: el alérgico no
respeta nada, es capaz de luchar
contra todo y contra todos, si bien, generalmente, da preferencia a ciertos
elementos cargados de simbolismo.
Es sabido que la agresividad casi
siempre va ligada al miedo. Sólo se combate lo que se teme. Si examinamos atentamente los alergenos**
elegidos, en casi todos los casos, descubriremos enseguida cuáles son los temas que atemorizan al
alérgico de tal modo que tiene que combatirlos encarnecidamente en el símbolo. En primer lugar, está el pelo
de los animales domésticos, especialmente el de los gatos. Al pelo del gato (y a cualquier pelo) suelen
asociarse las caricias y los arrumacos: es fino, sedoso, blando, y, no
obstante,«animal». Es un símbolo del
amor y tiene una connotación sexual (véanse los animales de felpa que los niños se llevan a la cama). Algo parecido
puede decirse de la piel del conejo. En el caballo está más acentuado el componente sensual y, en el perro, el
agresivo; pero las diferencias son pequeñas, insignificantes, ya que un símbolo nunca tiene límites muy
marcados.
El mismo tema es representado por el
polen de las flores, alergeno predilecto de los que sufren la fiebre
del heno. El polen es símbolo de
fertilidad y procreación, y la «grávida» primavera es la estación en la
que los
enfermos de fiebre del heno más «padecen».
Las pieles de los animales y el polen actuando como alergenos
indican que los temas de «amor»,
«sexualidad», «libido» y «fertilidad» suscitan ansiedad y,
por lo tanto, son
activamente
rechazados, es decir, no son admitidos.
El método de la «desensibilización»
es bueno en sí, pero, para obtener buenos resultados, habría que
aplicarlo no al plano corporal sino al
psíquico. Porque el alérgico sólo hallará la curación cuando aprenda a
afrontar conscientemente
todo aquello que evita y rechaza, y asimilarlo en su conciencia.
Fuente : THORWALD DETHLEFSEN
y RÜDIGER DAHLKE
Consultora en NeuroDescodificación
Nº de Legajo/Registro: #108-0906
Atención personal por videollamada face o skype.
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